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viernes, 3 de febrero de 2017

STARI BAR y alrededores. Un paseo entre las ruinas, la mezquita y el olivo milenario.

febrero 03, 2017
Rodeado por montañas, el casco antiguo de Stari Bar, en el sureste de Montenegro, es uno de esos lugares que rebosa historia. Conocido como el Viejo Bar, a lo largo de su historia se ha visto envuelto en numerosos conflictos; debido a su estratégica situación entre montañas, su fortaleza fue conquistada por venecianos, serbios, húngaros e incluso el imperio otomano. No fue hasta 1877 cuándo Montenegro pudo recuperar este territorio gracias, en parte, al bombardeo del acueducto por parte de la población local, cortando, por completo, el suministro de agua. Una vez bajo el control montenegrino, el acueducto se recuperó, pero tan solo 100 años después, en 1979, un gran terremoto obligó a la comunidad local a abandonar definitivamente la ciudad y a construir lo que se conoce actualmente como Bar, al lado de la costa. Hoy en día, de la antigua fortaleza sólo sobreviven ruinas.


NUESTRA VISITA A STARI BAR ...
Stari Bar (Old Bar) es un lugar tranquilo, además, debido a que llegamos temprano y el día se despertó cubierto, fue complicado encontrar compañía durante el ascenso hasta la antigua fortaleza, emplazada en lo alto de la colina. Este paseo, aprovechándose de un turismo que crece de manera exponencial, se ha transformado en una caldera de tiendas de souvenirs y restaurantes. 

Para evitar los problemas del pasado relacionados con el suministro de agua, la nueva ciudad de Bar se construyó en la costa. A día de hoy, el "Nuevo Bar" se ha convertido en uno de los núcleos portuarios mas importantes del país. Por el contrario, el casco antiguo permanece intacto desde el brutal terremoto que lo azotó hace casi 50 años. Únicamente una pequeña población de 2000 personas residen actualmente en los alrededores de la fortaleza. 

Actualmente existe un plan para recuperar la vida cultural de la que la ciudad gozó durante mas de 1000 años; casas, teatros y restaurantes se están adaptando para una transición marcada claramente por el turismo. 


Con un poco de imaginación uno puede llegar a descubrir la importancia que tuvo en su día este lugar.






DESCUBRIMOS LA SINAGOGA ISLAMSKI CENTAR BAR...
De camino al olivo milenario encontramos una de las sinagogas mas importantes de la región, la Islamski Centar Bar. 

El mármol blanco que invade todo el complejo provoca, especialmente en días soleados, que la luz llegue a ser incluso molesta, producto del reflejo. Lo que mas nos llamó la atención fue la cálida acogida del Shamash (conserje) quién, muy amablemente, se ofreció a mostrarnos la sinagoga con un inglés tan pulido como el propio mármol, recalcando en varias ocasiones la mala concepción que se tiene sobre la comunidad musulmana.

Descalzos y con el rostro cubierto -las mujeres-, entramos en el interior; los hombres por la entrada principal y las mujeres por el acceso lateral hacia la parte superior. 

Como la mayor parte de sinagogas, la decoración interior es sumamente sencilla, logrando transmitir una serenidad envuelta de tranquilidad y espiritualidad. 


Antes de marcharnos acertamos de pleno tomando el té negro que ofertaban en el propio bar de la sinagoga. Por 0,20€ disfrutamos de un té turco espectacular.



Y LLEGAMOS AL VIEJO OLIVO...
Cerca de la fortaleza de Stari Bar se encuentra uno de los emblemas de la región; un respetable olivo que presume de tener más de 2.000 años de antigüedad. Situado en Mirovica, del árbol se dice que es uno de los olivos más antiguos en el mundo y se le considera el segundo más antiguo de Europa, después de Al Walaja, en Grecia. 
Este monumento natural es mucho más antiguo que cualquier otro escrito sobre las ruinas de Stari Bar. 

La leyenda cuenta que las familias enfrentadas se reunían en torno al olivo para hacer las paces.

Por 1 € que cuesta la visita merece la pena desviarse un poco para disfrutar de este olivo abuelo. Además, la encargada de la taquilla nos mostró el certificado oficial que data la edad del árbol en 2240 años, con un error de 200 años.¡No todos los días se ve algo tan viejo!

martes, 31 de enero de 2017

KOTOR. Una bahía de ensueño

enero 31, 2017
Enclavada entre montañas, esta bahía indómita es el máximo exponente del carácter de la costa montenegrina.                                                                   



Al llegar, es imposible no perderse tratando de seguir los muros surrealistas que protegen la ciudad. A través de senderos serpenteantes, esta fortificación se prolonga desde el nivel del agua hasta la fortaleza de San Juan, en lo alto de la ladera.





A esta bahía llegan diariamente grandes buques de pasajeros que amarran justo a la entrada de la ciudad vieja anegando por completo el casco antiguo de turistas. Estos mismos buques son los responsables de que el agua adyacente presente una capa aceitosa en superficie limitando el baño en la totalidad de la bahía.



Cercada por una firme muralla en muy buen estado, esta ciudad es un laberinto de museos, iglesias, plazas de cafés y palacios venecianos. Es un lugar donde el pasado coexiste con el presente; adoquines que suenan con el bullicio de la vida, cuerdas con la colada que revolotea desde los balcones de hierro forjado, y cientos de gatos -descendientes de los primeros felinos marineros- que esperan su ración sobre el mármol. 




Recorriendo adoquines nos encontramos con maravillas como; la catedral de San Trifón, la iglesia de San Nicolás, la Torre del Reloj o el museo marítimo -donde se ofrece una mirada a la historia naval de la ciudad-.

Catedral de San Trifón
Torre del reloj
Museo marítimo
Iglesia de San Nicolás

Desde la parte noroeste de la ciudad antigua nos proponemos subir hasta las ruinas de la fortaleza de San Juan, emplazada a más de 200 metros sobre las aguas de la bahía. Aunque el ascenso se puede hacer muy duro (especialmente durante las horas de calor), las vistas desde arriba son la mejor recompensa. Además, a mitad de la subida, la iglesia de Nuestra Señora de la Luz hace el trayecto mucho más ameno.





Tras coger aire en la iglesia continuamos subiendo hasta alcanzar, por fin, la fortaleza. Desde su privilegiado punto de vista a 270 metros por encima de la ciudad, este pequeño castillo servía como protección contra las invasiones otomanas. A pesar de que tanto el castillo como la ciudad han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el proceso de restauración de los edificios -que trajeron consigo esta declaración- se centró en el casco histórico, dejando de lado la fortaleza. De ahí que su actual estado de conservación no sea el que debería.



Pero sin lugar a dudas, lo mas impresionante de la fortaleza son las vistas. Esta es la mejor recompensa que se puede obtener tras el duro ascenso. 





De nuevo abajo y con una ensalada shopska y un baklava entre las manos ponemos un nuevo punto a este capítulo montenegrino. Y ahora, escribiendo y recordando sobre un sitio tan mágico como éste, cobra todo el sentido la frase del escritor chino Lim Yutang: “Nadie se da cuenta de lo hermoso que es viajar hasta que vuelve a casa y descansa sobre su almohada vieja y conocida”.

Seguimos en ruta...






Fotografía: Silvia Blanco / Ráduly Attila

sábado, 28 de enero de 2017

BUDVA. Un paraíso en el Adriático

enero 28, 2017
Entre las costuras de imponentes montañas, playas de agua verde esmeralda y locales desbordados de vida, el pequeño país de Montenegro demuestra, una vez más, que las mejores cosas vienen en dosis reducidas.

Isla Sveti Stefan
No creo que exista otro país en el mundo en el que la sensación de atravesar un puerto de montaña se prolongue hasta llegar al mar. Cada kilómetro por carretera nos proporcionaba una compleja admiración compartida entre, el asombroso paisaje, y una carretera vertiginosa de dos carriles, anegada de túneles sin revestir y acantilados. Una auténtica obra de ingeniería.

Carretera nacional montenegrina
Y de repente, colina abajo y con una panorámica costera inconfundible, la ciudad de Budva.

Panorámica de la costa y ciudad de Budva

Budva
Ya sea por sus más de 11.000 metros de playas, por su vasta herencia cultural y hermosa arquitectura, o por su animada vida nocturna y sus precios competitivos, Budva, el destino montenegrino más visitado del país, se presenta como un firme candidato a liderar el turismo del adriático.

Playa a 15 km al norte de Budva

Aunque nuestro apartamento se encontraba a 25 minutos tanto de la ciudad vieja como de la línea de playa, las carreteras parecían estar destinadas a descongestionar el tráfico de peatones por las aceras. Un flujo ininterrumpido de turistas se congregaba desde primera hora de la mañana hasta bien entrada la noche.

Ya en el paseo marítimo, y observados por grandes complejos de playa (muchos aún en construcción), la marea turista se volvió más agradable y organizada. Con amplios paseos repletos de restaurantes para todos los gustos y bolsillos -con el marisco como rey de la mesa-, se planteaba como una buena opción para comer a cualquier hora del día, o de la noche. Restaurantes que utilizaban la parte de la playa contigua al paseo marítimo para colocar unas mesas supletorias, puestos de souvenirs o pescaderos ambulantes que cambiaban ostras por euros, eran algunas de las opciones que este pintoresco paseo brindaba al turista.

Venta de pescado ambulante en el paseo marítimo
Paradójicamente y a pesar del mogollón turista, la temperatura del agua, la arena fina, etc. casi nadie se bañaba en la playa. La explicación la encontramos en que, por un lado, la bahía de Budva comparte sus aguas con el puerto, así como con numerosas embarcaciones de recreo que vierten aceites y fluidos continuamente al agua, el cual no se recicla debido a la escasez de corriente y oleaje. Y, por otro lado, como comentamos al principio, Budva esta encajonada entre el mar y un muro vertical de montañas, por ello, gran parte de los vertidos producidos por la ciudad terminan en el mar. Estos dos factores provocan que la calidad del agua de la playa solo sea apta para aventureros, o necios.

Anochece en el paseo marítimo de Budva
Al final del paseo marítimo, en dirección oeste y sobre una pequeña península amurallada, llegamos a la ciudad vieja (Stari Grad). Algunos historiadores afirman que se trataba de una isla, que luego se unió a la costa mediante una lengua de arena. Con una arquitectura de estilo veneciano, la ciudad vieja parece incitar a perderse por sus calles estrechas y plazas pequeñas. 

Puerto y ciudad vieja de Budva desde el paseo marítimo

Iglesia Stari Grad

Calle del centro de la ciudad vieja
Desde la zona más elevada de la muralla, y mientras un guitarrista desconocido interpretaba temas de Joaquín Rodrigo al tempo del romper de las olas, la potente puesta de sol consiguió detener el tiempo.

Panorámica desde la parte norte de la muralla
Un poco más allá de la ciudad vieja encontramos otro de los símbolos de la ciudad, la bailarina.

Escultura de la sirena con la ciudad antigua al fondo

Desde la bailarina y a unos 100 metros, se llega a otro de los secretos mejor guardados de la ciudad: la playa de Mogren. Esta pequeña cala refugiada de embarcaciones y yates de lujo, resulta ser perfecta para relajarse en su mirador, disfrutar de un baño, o alucinar con los plegamientos de los muros de piedra que la escoltan.
Playa de Mogren


Sveti stefan
Situado a 8 km al sur de Budva, este complejo turístico privado se ha convertido en una de las estampas típicas de Budva, e incluso de la costa montenegrina.  
Sveti stefan

A pesar de que en sus orígenes se trataba de un pequeño pueblo pesquero, a día de hoy, disfrutar de una noche en este pueblo-isla no está al alcance de todos los bolsillos.
Noroeste del complejo

Originalmente isla, actualmente se encuentra unido al continente por un istmo artificial en donde unos guardas de seguridad controlan el acceso. 


Suroeste del complejo Sveti Stefan

Detalle del color azul turquesa del agua
Las playas que se encuentran a ambos lados del complejo, también son privadas. Su uso y disfrute es algo exclusivo de sus lujosos habitantes.


Playa sur de Sveti Stefan
"Afortunadamente", disfrutar de la belleza de este lugar, a día de hoy, sigue siendo "gratis".

Complejo turístico Sveti Stefan


Cueva Lipa Cave
A escasos 30 km de Budva encontramos otra joya natural que se suma al espectacular patrimonio natural de este país, en este caso, bajo tierra. 
Desde el parking, un trenecito tirado por un tractor es el encargado de llevarnos hasta la entrada de esta cueva kárstica, una de las mas grandes del país.

Trenecito turístico en Lipa Cave

Entrada a la Lipa Cave

Situada en una región predominantemente calcárea y con uno de los mayores índices de precipitación del país, esta cueva reúne multitud de formaciones kársticas; estalactitas, estalagmitas y columnas de dimensiones desproporcionadas se distribuyen por toda la cueva.






Como curiosidad, en esta cueva se han grabado varios videoclips de famosos grupos montenegrinos, como por ejemplo, la canción "Highway" de la banda Sam. Además, una vez al mes, sirve como excelente auditorio para conciertos acústicos.
Nave principal de la cueva




Desde la salida de Lipa Cave, y con una imponente panorámica de la cordillera Crna Gora, nos despedimos de Budva, pero no de Montenegro.