sábado, 28 de enero de 2017

BUDVA. Un paraíso en el Adriático

Entre las costuras de imponentes montañas, playas de agua verde esmeralda y locales desbordados de vida, el pequeño país de Montenegro demuestra, una vez más, que las mejores cosas vienen en dosis reducidas.

Isla Sveti Stefan
No creo que exista otro país en el mundo en el que la sensación de atravesar un puerto de montaña se prolongue hasta llegar al mar. Cada kilómetro por carretera nos proporcionaba una compleja admiración compartida entre, el asombroso paisaje, y una carretera vertiginosa de dos carriles, anegada de túneles sin revestir y acantilados. Una auténtica obra de ingeniería.

Carretera nacional montenegrina
Y de repente, colina abajo y con una panorámica costera inconfundible, la ciudad de Budva.

Panorámica de la costa y ciudad de Budva

Budva
Ya sea por sus más de 11.000 metros de playas, por su vasta herencia cultural y hermosa arquitectura, o por su animada vida nocturna y sus precios competitivos, Budva, el destino montenegrino más visitado del país, se presenta como un firme candidato a liderar el turismo del adriático.

Playa a 15 km al norte de Budva

Aunque nuestro apartamento se encontraba a 25 minutos tanto de la ciudad vieja como de la línea de playa, las carreteras parecían estar destinadas a descongestionar el tráfico de peatones por las aceras. Un flujo ininterrumpido de turistas se congregaba desde primera hora de la mañana hasta bien entrada la noche.

Ya en el paseo marítimo, y observados por grandes complejos de playa (muchos aún en construcción), la marea turista se volvió más agradable y organizada. Con amplios paseos repletos de restaurantes para todos los gustos y bolsillos -con el marisco como rey de la mesa-, se planteaba como una buena opción para comer a cualquier hora del día, o de la noche. Restaurantes que utilizaban la parte de la playa contigua al paseo marítimo para colocar unas mesas supletorias, puestos de souvenirs o pescaderos ambulantes que cambiaban ostras por euros, eran algunas de las opciones que este pintoresco paseo brindaba al turista.

Venta de pescado ambulante en el paseo marítimo
Paradójicamente y a pesar del mogollón turista, la temperatura del agua, la arena fina, etc. casi nadie se bañaba en la playa. La explicación la encontramos en que, por un lado, la bahía de Budva comparte sus aguas con el puerto, así como con numerosas embarcaciones de recreo que vierten aceites y fluidos continuamente al agua, el cual no se recicla debido a la escasez de corriente y oleaje. Y, por otro lado, como comentamos al principio, Budva esta encajonada entre el mar y un muro vertical de montañas, por ello, gran parte de los vertidos producidos por la ciudad terminan en el mar. Estos dos factores provocan que la calidad del agua de la playa solo sea apta para aventureros, o necios.

Anochece en el paseo marítimo de Budva
Al final del paseo marítimo, en dirección oeste y sobre una pequeña península amurallada, llegamos a la ciudad vieja (Stari Grad). Algunos historiadores afirman que se trataba de una isla, que luego se unió a la costa mediante una lengua de arena. Con una arquitectura de estilo veneciano, la ciudad vieja parece incitar a perderse por sus calles estrechas y plazas pequeñas. 

Puerto y ciudad vieja de Budva desde el paseo marítimo

Iglesia Stari Grad

Calle del centro de la ciudad vieja
Desde la zona más elevada de la muralla, y mientras un guitarrista desconocido interpretaba temas de Joaquín Rodrigo al tempo del romper de las olas, la potente puesta de sol consiguió detener el tiempo.

Panorámica desde la parte norte de la muralla
Un poco más allá de la ciudad vieja encontramos otro de los símbolos de la ciudad, la bailarina.

Escultura de la sirena con la ciudad antigua al fondo

Desde la bailarina y a unos 100 metros, se llega a otro de los secretos mejor guardados de la ciudad: la playa de Mogren. Esta pequeña cala refugiada de embarcaciones y yates de lujo, resulta ser perfecta para relajarse en su mirador, disfrutar de un baño, o alucinar con los plegamientos de los muros de piedra que la escoltan.
Playa de Mogren


Sveti stefan
Situado a 8 km al sur de Budva, este complejo turístico privado se ha convertido en una de las estampas típicas de Budva, e incluso de la costa montenegrina.  
Sveti stefan

A pesar de que en sus orígenes se trataba de un pequeño pueblo pesquero, a día de hoy, disfrutar de una noche en este pueblo-isla no está al alcance de todos los bolsillos.
Noroeste del complejo

Originalmente isla, actualmente se encuentra unido al continente por un istmo artificial en donde unos guardas de seguridad controlan el acceso. 


Suroeste del complejo Sveti Stefan

Detalle del color azul turquesa del agua
Las playas que se encuentran a ambos lados del complejo, también son privadas. Su uso y disfrute es algo exclusivo de sus lujosos habitantes.


Playa sur de Sveti Stefan
"Afortunadamente", disfrutar de la belleza de este lugar, a día de hoy, sigue siendo "gratis".

Complejo turístico Sveti Stefan


Cueva Lipa Cave
A escasos 30 km de Budva encontramos otra joya natural que se suma al espectacular patrimonio natural de este país, en este caso, bajo tierra. 
Desde el parking, un trenecito tirado por un tractor es el encargado de llevarnos hasta la entrada de esta cueva kárstica, una de las mas grandes del país.

Trenecito turístico en Lipa Cave

Entrada a la Lipa Cave

Situada en una región predominantemente calcárea y con uno de los mayores índices de precipitación del país, esta cueva reúne multitud de formaciones kársticas; estalactitas, estalagmitas y columnas de dimensiones desproporcionadas se distribuyen por toda la cueva.






Como curiosidad, en esta cueva se han grabado varios videoclips de famosos grupos montenegrinos, como por ejemplo, la canción "Highway" de la banda Sam. Además, una vez al mes, sirve como excelente auditorio para conciertos acústicos.
Nave principal de la cueva




Desde la salida de Lipa Cave, y con una imponente panorámica de la cordillera Crna Gora, nos despedimos de Budva, pero no de Montenegro.




2 comentarios:

  1. Un gustazo ver todos tu relatos viajeros

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    1. Gracias Ali. El gusto es nuestro de tener a una lectora con alma viajera como tú. Un abrazo

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