miércoles, 14 de septiembre de 2016

LA COSTA DE RUMANÍA. Sol y playa en el mar Negro

El litoral rumano presenta una extensa diversidad cultural y ecológica. En el norte, el poderoso Danubio desemboca en el mar Negro dejando a su paso una fantástica red de canales, lechos y marismas. Como ya narramos en la entrada de nuestra visita al delta y sus canales, se trata de un auténtico paraíso para amantes de la naturaleza y ornitólogos que busquen evadirse de todo por un tiempo. Más al sur, por el contrario, se suceden animados complejos de playa que atraen a un tipo de fauna muy distinta, especialmente durante el verano.


Acampada libre en Vama Veche
Jugando al ajedrez mientras
el lodo se seca en Mamaia
En competencia con el mar Mediterráneo, la costa rumana está reconocida por su arena fina, de calidad. El agua presenta una tonalidad oscura debido a la elevada concentración de materia orgánica, y presenta una salinidad baja en comparación con otros mares interiores. Al tener la plataforma litoral una inclinación muy reducida, aguas tranquilas y sin fuertes mareas, se disminuye cualquier riesgo. Además, los lodos de ciertas playas tienen muy buena reputación en el país, algo que atrae a mucho turista en busca de remedios milagrosos para paliar los dolores.

Playa sur de Vama Veche
Al llegar, nuestro primer objetivo fue tratar de encontrar un camping dónde nos dejaran montar la tienda para pernoctar una noche. Lo encontramos en Mamaia, al norte de Constanza. Una vez asentados, pusimos rumbo a la ciudad histórica de Constanza, a escasos 10 kilómetros.

Constanza

Casino de Constanza
A lo largo de la costa encontramos varias evidencias de la larga conexión del pueblo rumano con las antiguas civilizaciones de Grecia y Roma. Un claro ejemplo de estos vestigios de las culturas clásicas lo encontramos en Constanza. Morada del poeta romano Ovidio durante gran parte de su exilio, Costanza presume de una historia muy rica, bañada de leyenda. En el S VIII la ciudad cayó en un largo declive del que no se recuperó hasta principios de 1900 cuándo pasó a ser un centro turístico frecuentado por la realeza europea. A día de hoy, Constanza se presenta como la ciudad portuaria rumana más grande e importante del mar Negro. 



Museo de Historia en Plaza Ovidio
(Antiguo Ayuntamiento)
 
Aunque la ciudad muestra signos obvios de abandono, especialmente en la zona del puerto, presenta importantes atracciones culturales como el fabuloso Casino art-nouveau construido a principios del siglo XX. En la plaza Ovidio encontramos los museos mas importantes de la ciudad.

Pero si algo define a la ciudad es el turismo de sol y playa. Durante los meses de verano, Constanza se convierte en la puerta de entrada a los complejos de costa del país. Sin estar a la altura de su vecina Mamaia, tiene su propia pequeña playa, ideal para mojarse los pies. Tras una cena en el concurrido Boulevard Tomis y un paseo bastante indiferente, regresamos a Mamaia.


Mamaia
Sombrillas en Mamaia
Es una estrecha franja de arena que se extiende hacia el norte desde Constanza, y el destino de playa mas concurrido y selecto de Rumanía. Se podría definir como La Manga rumana. En verano, estos 8 kilómetros de playa se llenan de turistas de todo el país y compiten por esa preciada zona al borde del mar. El litoral se encuentra dividido por pequeñas playas privadas, normalmente con acceso restringido para los hospedados en camping o el hotel correspondiente.
Playa de Mamaia en dirección a Costanza
Playa de Mamaia en dirección norte
Por la noche, la kilométrica playa de Mamaia se transforma en el centro de la fiesta. Es una buena opción si se va en busca de animados bares de copas e improvisadas fiestas en la playa.
De madrugada, recogemos los bártulos y ponemos rumbo hacia uno de los platos fuertes del viaje: Vama Veche.

Vama Veche
"Puerta de entrada"
a la playa
Aunque carece del brillo de Mamaia y tiene menos servicios, es mas pequeño, mas relajado y más rústico. Bajo el antiguo régimen comunista, "Vama" gozó de reputación por ser el paraíso de los artistas y personas de libre pensamiento. Aunque poco a poco se va acercando a lo convencional, aún queda algo de contracultura en el ambiente. No hay hoteles de 5 estrellas; hay que alquilar un bungaló o montar la tienda en la playa y salir de fiesta hasta el amanecer.

Aunque en Vama reina un ambiente bohemio, también hay cabida para un público mas selecto que busca playas y pescado fresco de calidad a precios competentes. Pero indiscutiblemente, los cientos de puestos de artesanía y la atmósfera despreocupada que invade el pueblo convierten a Vama Veche en un emblema de arte y revolución.

Playa de Vama Veche
Como no podía ser de otra manera, la acampada libre en la playa está permitida, algo imprescindible si se quiere integrar en el espíritu del pueblo. Es recomendable preguntar a los previamente acampados, especialmente si se va a colocar la tienda delante de ellos ya que la primera línea de costa está bien cotizada. Nosotros tuvimos la suerte de poder disfrutar del mar a menos de 5 metros de la tienda. Una experiencia inolvidable.

Playa de Carte, donde está permitida la acampada libre
Con el sonido del mar armonizado con la juerga nocturna, cerramos el capítulo del litoral rumano. Pero esta vez no volvemos a casa. A la mañana siguiente cruzamos la frontera, a escasos 10 km de Vama Veche, para proseguir nuestro viaje por el mismo mar, pero en esta ocasión, con un nuevo país como protagonista: Bulgaria.

Vistas del mar Negro desde el interior
de nuestra tienda de campaña

El mar no entiende las fronteras... y nosotros tampoco.



Texto: Enrique de Paz


Fotografía: Silvia Blanco



No hay comentarios:

Publicar un comentario