viernes, 9 de septiembre de 2016

SIGHISOARA: Patrimonio de la Humanidad

Desde el momento en que cruzamos la muralla que delimita la antigua ciudadela medieval, nos sentimos como los protagonistas de un cuento de hadas. Patrimonio mundial de la Unesco, resulta fácil sucumbir al embrujo de sus locales bohemios, calles estrechas adoquinadas y casas coloridas del S. XVI.

Plaza central de la Sighisoara medieval

Aunque originalmente la ciudadela estaba protegida por catorce torres y cinco bastiones de artillería, actualmente, solo conserva nueve de las torres originales, que llevan el nombre de los gremios que las defendían, y dos de los bastiones.

Vista de la Torre del Reloj desde las
afueras de la muralla
La principal entrada a la ciudad y uno de sus símbolos mas representativos, es la Torre del Reloj. Esta torre, que data del siglo XIII, con sus 64 m de altura y con muros de un grosor superior a 2 m, fue la antigua sede del concejo municipal.  El reloj es de 1648 y contiene un carillón con un desfile de estatuillas de talladas en madera. Cada una representa una alegoría: la Paz lleva una rama de olivo, la Justicia porta una balanza y la Ley esgrime una espada. También hay un verdugo y un tamborilero que da la hora.


Detalle del carillón integrado en la Torre del Reloj


Una vez dentro de la antigua ciudadela, aún habitada, las estampas de casas de colores y calles adoquinadas atrapan al turista. Los restaurantes se intercalan con hoteles y tiendas de souvenires perfectamente integradas en el estilo de la ciudad. 
Calle de Sighisoara con las fachadas de colores

Perdiéndonos por sus calles, llegamos hasta la escalera de los estudiantes, una escalera cubierta de 172 peldaños, no apta para claustrofóbicos. 
Escalera de los estudiantes
Tras un ascenso por esta inusual escalinata, se llega hasta el punto de mayor altitud de la ciudad, donde encontramos frente a nosotros la Iglesia de la Colina, una iglesia luterana del S. XVII. Frente a su entrada, podemos pasear por el antiguo cementerio alemán, integrado perfectamente en una zona boscosa. Aledaña a la iglesia, se estableció la antigua escuela de la ciudad, de ahí que la escalera se denomine de los estudiantes.

Iglesia de la Colina
Cementerio alemán

Regresando de nuevo a la zona baja de la ciudad, caminamos hasta el extremo occidental para conocer otra de las torres que aún se conservan en pie, La Torre de los Orfebres. Esta torre defendía la parte suroeste de la muralla, una de los mas vulnerables de la ciudad.
Torre de los Orfebres

No muy lejos de la Torre de los Orfebres, nos encontramos con otra de las torres de defensa contra los ataques turcos. En este caso, el gremio defensor eran los sastres. Esta torre del siglo XIV, situada en la segunda entrada a la ciudadela, fue destruída por un incendio en el siglo XVII y reconstruída tres años después.

Torre de los Sastres

La Catedral Católica o el Monasterio Dominico son otros puntos de referencia que sorprenden al turista en un su visita a esta joya cultural. Además, Sighisoara se ha convertido en un punto de referencia para los aficionados a Drácula, ya que aquí nació uno de los personajes más tenebrosos de la Historia: Vlad Tepes (El empalador). Su casa, convertida en museo, está abierta al público. 

Fachada de la casa de Vlad Tepes (amarilla),
actualmente convertida en museo


Saliendo de los límites de la muralla que delimita la antigua ciudad, aunque no se puede comparar, la Sighisorara industrializada sorprende con pequeños destellos como la Biserica Sfânta Treime, a orillas del río que cruza la ciudad. Paseando por la nueva ciudad, mucho mas humanizada y monocroma, ponemos fin a nuestro paso por un lugar grabado para siempre en la memoria de sus visitantes. 

Biserica Sfânta Treime


Texto: Enrique de Paz

Fotografía: Silvia Blanco



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