En esta ocasión, os
llevamos de viaje con nosotros a uno de los principales núcleos del país, no
solamente en población (3ª ciudad en tamaño), sino como bien nos cuentan
nuestros compañeros voluntarios que allí viven, se trata de una ciudad dónde el
ambiente y la cultura escaman al aburrimiento.
Str. Alba Lulia con la Catedral metropolitana al fondo |
Capital de la región de Banat,
en la parte occidental del país, Timisoara, se encuentra construida alrededor
de un conjunto de hermosas plazas y jardines y se presenta como una ciudad libre
y joven. Quizás por este motivo el dictador Ceaucescu no tuvo un gran apego a
esta metrópolis rumana occidental, dónde las ideas liberales europeas se
filtraban al país.
Dejando atrás la
Timisoara “nueva”, en construcción, y aún un tanto desaliñada, entramos en su
parte histórica dónde los detalles gobiernan unas calles limpias y adoquinadas.
Edificios históricos en Piata Unirii |
Casi sin darnos cuenta, llegamos a la primera de las plazas, la Piata Unirii, la
más pintoresca de la ciudad. En esta plaza, uno respira un ambiente
juvenil y bohemio. Aquí se alzan monumentos como el museo de historia o las iglesias
católica y serbia, una en frente de la otra.
Catedral católica romana en Piata Unirii |
Iglesia ortodoxa serbia |
Cerca se encuentra
la Cetate (fortaleza), una antigua fortaleza transformada en un complejo de tiendas y
cafés.
Cetate fortaleza de la ciudad |
Buscando el espíritu
de la ciudad, nos topamos con la siguiente plaza emblemática, la Piata
Libertatii. En pleno centro de la ciudad, y con la estatua de san Juan Nepomuceno presidiendo, se
agradece un trago de agua mientras se disfruta del continuo trajín de
viandantes.
Estatua de Juan Nepomuceno en el centro de la Piata Libertatii |
Callejeando sin rumbo fijo, nos damos con el concurrido mercado de la ciudad. Con un amplio surtido de frutas y verduras, matamos el hambre a base de arándanos y melocotones dulces.
Mercado central de la ciudad |
Los últimos puntos
de interés los encontramos todos alrededor de la Piata Victoriei. Este paseo
peatonal flanqueado por tiendas y cafés, sin duda representa una de las postales
de la ciudad. Según llegamos, desde la parte norte, la ópera y el teatro nacional nos dan la bienvenida.
Teatro nacional de la ciudad |
Hacia el centro, encontramos
la figura de Rómulo y Remo simbolizando la fuerte raíz romana de la ciudad, y
al fondo, se reconoce la estilosa catedral metropolitana localizada en el
Parcul Catedralei. En el momento de nuestra visita, la iglesia se encontraban en plena homilía. Fue curioso descubrir como, tanto niños como adultos, comulgaban con un pan untado
en vino dulce.
Catedral metropolitana de Timisoara |
En la plaza
Victoriei, aprovechamos para comernos una tradicional mamaliga con sarmale y,
de postre, por fin probamos los deliciosos papanasi: una masa frita rellena de
requesón y cubierta de mermelada y nata. Para bajar la pesada, aunque deliciosa, comida rumana, nada como darse un tranquilo paseo en dirección sur por el parque de la catedral hasta llegar al concurrido canal Bega, repleto de vida durante los meses de verano. En uno de sus numerosos locales abiertos, nos despedimos de la ciudad con con un inghetata (helado) en mano, y tachamos de la lista una de las ciudades
más carismáticas de Rumanía.
Paseo del parcul catedralei |
Canal Bega en Timisoara |
Texto: Enrique de Paz
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